Mónaco, 18 de junio
de 1967
Son 22 los que cumpla
este verano. No, no me preguntes, no he conocido a ninguna mujer y lo veo aún difícil,
aquí apenas hay tiempo para respirar, las guerras se cobran millones de vidas y
tengo que estar ahí día a día, viendo
como gente desconocida, compañeros, amigos… llegan al hospital sin vida, y yo…
yo no puedo hacer nada. Te prometí que este verano volvería a España, espero
que mis superiores me lo permitan, sólo deseo que no tengamos que ir dos
semanas al pueblo, sabes que allí no conozco a nadie y llevamos yendo 15 años,
y además; no están los abuelos… Ya no
hay nada que nos ate a aquel maldito pueblo.
Por otro lado, tengo
muchas ganas de veros. Estoy cansado de escribiros, de que me escribáis y que
lo único que me consuele solo sea poder oler mi hogar a través del papel de una
carta, necesito abrazaros, poder deciros en persona lo mucho que os quiero y
daros las gracias por haber hecho realidad mi sueño. He de deciros que teníais
razón, que es muy duro ver día a día como gente se va y ya no puedes hacer nada
por ella, aunque lo intenté; bueno más bien, lo intentemos… Paul, falleció
ayer, finalmente la varicela acabó con él, era mi máximo apoyo aquí. Intentaré
avisar a su familia, aunque llevaban meses sin contestar a las cartas…
He encontrado un
perro, bueno más bien él me ha encontrado a mí. Se llama Nuca creo que está
embarazada. Viene todos los días al hospital a que la dé la leche que nos sobra
o la que ya nadie quiere para evitar enfermedades. Me recuerda mucho al perrito
que teníamos de pequeño.
Por cierto, ¿qué tal
le va a Marcos? ¿Al final ese alguien especial aceptó casarse con él?
Os echo mucho de menos
Mamá y Papá.
Un fuerte abrazo para
ambos y para Marcos.
Espero veros muy
pronto.
Suspiré por momentos, no tenía ni idea de que el abuelo
había trabajado en el extranjero. Siempre me ha contado historias de estrellas,
de planetas; incluso de corazones. Pero nunca habíamos hablado de él, de cómo
conoció a mi abuela, de cómo eran sus padres o incluso que había tenido perros…
¡Pero si él odia a los perros!!Y ahí tenía una foto al lado de una perrita a la
que abrazaba muy fuerte!
Algo en mí se removía, sabía que estaba mal mirar aquellas
cartas, pero me interesaba conocer cómo era la otra parte de mi abuelo, aquella
que escondía, quizás por miedo o quizás por tristeza.